miércoles, 28 de diciembre de 2011

Botín, amigo mío.


¡Atención compañeros!

Nuestros amiguitos del alma, los banqueros, esos abnegados trabajadores, que no escatiman esfuerzos por cumplir su tan necesario servicio público, esa labor tan dura e ingrata de administrar el dinero de los demás y quedarse con él, necesitan nuestra ayuda.
¿Se la denegaremos? 
¿No tendremos corazón?
Ya sé que les hemos dado 340 mil millones de euros, lo que toca a 8 millones y medio de euros por cada uno de nosotros. Pero ¿qué es eso para unos hidalgos españoles como nosotros? Les hemos dado todo eso y les ofreceremos con generosidad cuanto necesiten y más aún, porque... se lo merecen.
Y no aceptaremos difamaciones. ¡No es cierto que sean culpables de desahuciar a 700 mil familias españolas! Lo repetiré: ¡No es cierto! La verdad es que esas familias se han vuelto "indignadas" y han querido acampar en medio de la calle. ¡Y acaso ¿no tienen derecho?! Es un derecho garantizado en nuestra igualitaria y justa constitución.


También es maledicencia que sean responsables de los 5 millones de parados (los más viles dicen que en realidad son 7 millones). Lo que ocurre es que eligen no trabajar, porque España,
afortunadamente, es un país democrático y libre donde no existe la esclavitud, y todos podemos elegir pasar hambre.


Pero lo más increíble y mendaz son las habladurías de que nuestros amiguitos de alma del Santander o del BBVA están detrás de las corrupciones políticas, de la destrucción de los servicios públicos, de la evasión de divisas a paraísos fiscales, y que son ellos quienes verdaderamente gobiernan. No puedo seguir escribiendo estas infamias, por lo visto la maldad humana y la envidia no tienen límites.



¡Y qué si defraudan a hacienda!
 
¡Y qué si hunden el país!
¿Es que no son humanos? 
¿Es que no se pueden equivocar?
Estamos en un país católico en el que cada alma rebosa cálido perdón. Y todos sabemos que Jesús prefiere a los pecadores.



Por eso no comprendo estas campañas insultantes. ¡Os lo digo, difamadores: ¿hasta dónde llegará vuestra bajeza? Me dáis verguenza ajena! ¿Es que no tenéis madre? Si pensarais lo que sufre con todo esto la madre de mi amiguito del alma Emilito Botín no lo haríais.

¡Emilio, te quiero un güevo!

Emilito Botín, un hombre bueno donde los haya

(Documentos gráficos aportados por nuestra intrépida, valiente 
y siempre sagaz reportera francesa mademoiselle Très Jolie)

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